Elegía por el mar de emociones muertas

Calamidad

"Cada mañana se despega menos de las sábanas" así me siento, justo así. ¿Quién era el niño que escribía sentado en el techo de aquella vieja casa? No lo recuerdo. Temblores de la mano me recuerdan lo inestable que es la paz, la falsa calma que se siente cuando no se siente nada. Fresco riachuelo tímido de que alguien lo alcance y desdibuje su cauce con fuertes y caóticas pisadas, en el pantano de mente, me derrito y me confundo con las raíces de los males que me atormentan, soy nada y todo me es ajeno, las cuerdas reventadas de mi guitarra me detienen, frías tensas y ásperas me atraviesan como el aire atraviesa una reja. no hay sillas ni mesas en el salón de la tragedia, hay que apreciar de pie el desastre, sabiendo que no es el primero ni el último, con los pies cansados y lastimados, que más nos queda sino aplaudir al final de cada acto, con la pequeña esperanza de que cada cual sea un poco menos horrible que el anterior. Que bajen el telón de acero del teatro del dolor, que maten al director, que se acabe. Cabeza fría a punto de estallar, consumiéndolo todo, cada cosa que toca se vuelve nada, condenado a la calamidad del destino.